Despedidas

Cuantas veces habré escrito esta carta, cuantas veces he estado tentada a mandarte mis palabras, sencillas y ligeras, y otras tantas que me di cuenta que jamás te llegarían.

Demasiado lejos y a la vez tan cerca, que irónico. Supongo que ser valiente no es mi punto fuerte, ya que nunca fui de las que mire hacia delante para plantarle cara a aquello a lo que temía. Agachaba la cabeza y me escondía, intentando hacerme más  fuerte. Por eso retengo estas letras en mis manos. Releídas tantas veces, porque no tuve valor suficiente para enviártelas.

Sé que no podías quedarte, se que te alejaste para no sufrir más. Me dejaste la peor parte, la de aprender a no olvidarte. No puedo dejar de pensar, en todos aquellos preciosos recuerdos que dejaste grabados en mi cabeza, y cada vez que cierro los ojos, los siento como si fuese ayer.  Supongo que puede pasar eso a lo que llaman tiempo, pero te aseguro que a mí eso no me afecta, y es que no se me olvida el día que escogiste tener que marchar y partir. Escribo con la pluma que me dejaste, escribo porque es la mejor manera de buscarte, y por eso no paro de escribir, porque no paro de querer encontrarte.

Y cada vez que lo pienso, cada vez que releo mis propias palabras, en cada una de ellas sigo las huellas que me llevan a tu destino. Tan cerca o tan lejos, que ironía, del mío.