Páginas

15 de mayo de 2018

"El interior de las almas" Capítulo VIII




Día 8, en algún lugar.

El olor a tostadas y café de por la mañana después de haberme perdido en alguna barra de bar, en esta oscura ciudad, donde los tequila saben a poco. No recuerdo bien cómo acabe, sentada en ese taburete de aquella barra de bar, con la música demasiado alta. Guiñándole el ojo a aquel apuesto caballero que llevaba  mirándome durante un par de horas desde la otra punta de la barra, él, con su whisky con hielo, la perfecta estampa del chico llorando un amor perdido mientras piensa en lo jodida que es la vida.

Pero quien soy yo para hablar, que no tengo idea de como narices he acabado aquí. Quizá rota de dolor, quizá buscando a alguien que consiga hacer magia conmigo.

Recuerdo, mantener una conversación con él, sin saber muy bien como contándonos nuestras vidas, que en aquel momento parecían sacadas de una película. Rato después, me levanto para ir al baño y rozarle sutilmente su espalda al pasar por detrás, están claras las segundas intenciones. Siento esa chispa, e inmediatamente noto la calidez de su mirada en mi espalda. Y pienso hacia mis adentros "Quiero dejarme llevar."

Entro en el aseo, me miro al espejo mientras me retoco un poco el pintalabios. No he pensado demasiado, ya que en dos minutos va a desaparecer, es entonces cuando escucho la puerta crujir, mi cabeza enseguida lo sabe " Es él". Me doy la vuelta, y me lo encuentro a dos centímetros de mi boca.

Nos miramos, parece una eternidad, hasta que noto su lengua chocar con la mía. Siento el escalofrío por la espalda, mientras solo escucho nuestras respiraciones entre cortadas y sabiendo el placer que después me provocaría estando ya en su cama.

Nunca fui de hacer este tipo de locuras, pero tampoco se muy bien como acabamos abrazados hasta quedarnos dormidos, sintiendo que su alma se enredaba con la mía. Tampoco fui de dormir abrazada a ningún chico.

Me levanto, tanteando por el suelo a ver si alcanzo algo de ropa, me pongo su camiseta, que me cubre además mi ropa interior, dejando solo visibles mis largas piernas. Cruzo un espejo y me miro de reojo, y extrañamente pienso " Joder, que bien amanece una después de haber echado un buen polvo"

Entro en la cocina y me lo encuentro con una taza de café en la mano y otra en la encimera, entiendo que para mi.

Nos miramos, sonreímos y me acerco poco a poco hasta que me fundo en sus labios.

Creo que es la maldita mejor locura que he cometido en una noche donde perderme en la barra de ese bar, significo acabar perdida en su cama.



Imagen relacionada


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por leer la entrada,os agradezco vuestra opinión, sin insultos y sin amenazas.

Traductor