Quizá no tenga que preguntarme por la lección más absoluta de como arrancar, reiniciar y volver a la vida. De cómo todo esto es posible, encender la llama para dejarlo salir. Que apostara todo al 28 y me saliera todo al revés. Sentir que todo, la mejor versión de mi misma esta ahí pero no a flote.
Que las contracorrientes me
hielan el corazón, pero me mantienen viva. De camuflar todo lo que me he
cargado a golpes, de volver a construir mi reino. De gritarme frente al espejo,
para conseguir apagar la voz de mi cabeza. De dejar de odiarme, y de llorarme
cada vez que me duele el corazón. Quiero dejar de consumirme y desangrarme con
todos estos sentimientos.
Siento que todo esto es la
manera de sentirme libre, como cuando anochece y me quedo embobada en la
ventana, sintiendo el frio en mis labios, dejando mi alma irse. Y es que,
aunque todo me sepa a poco, aunque tenga todo a mi favor. Rompo todo,
haciendo lo que me dé la gana, aunque este prohibido. Dejo de ser el tren que
para en todas las estaciones, de dejarme el alma en cada parada, en cada
trocito de estación que me atraviesa intensamente, ahora soy yo quien decide.
A pesar de que más de un
demonio quiera verme caer, soy yo la que decide qué es lo que merezco. Quizá
soy el ángel más perdido del cielo, pero me siento el diablo en un mundo que
quema como el infierno.
Y así es como comienza, la revolución
con alas.
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